La Claridad de la Escritura

La autoridad, la suficiencia y la inspiración de la Escritura van conectadas a su claridad. Dios habla claro en su Palabra. Timoteo la aprendió de niño por medio de dos mujeres, una anciana, su abuela Loida, y una joven, su madre Eunice. No hay diferencia generacional, ni de sexo para comprenderla. Es el Espíritu el que da el entendimiento a los que diligente y sinceramente desean la voluntad de Dios para hacerla. La Palabra es clara porque la meta de Dios es salvar a los pecadores y santificar a su pueblo a través de ella. Dichoso y bienaventurado el que en lugar de creer y seguir las mentiras del mundo se deleita en la Palabra de Dios y medita en ella de día y de noche.