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¿Qué piensa usted de aquel que necesita un inmenso favor (para vida) pero no se acerca al único que se lo puede conceder? … ¿Necedad u orgullo? ¡Nadie lo sabe, aparte de quien a la postre muere necesitando dicho favor! Lo que el Señor Jesucristo sí dice, es que hay muchos pecadores que no quieren ir a Él (para que tengan vida) porque no quieren vivir en Él y para Él. En este sermón usted podrá considerar algunas razones del porqué muchos pecadores no se acercan a Cristo. ¿Cuál es la suya?

En lo tocante al perdón de pecados y a la reconciliación con Dios, NO hay absolutamente nada que el hombre pueda aportar para lograr estas bendiciones: sólo Dios las otorga. Ahora bien, la pregunta entonces es: ¿Cómo las otorga? ¿Por gracia? ... por obras? ... ¿o por gracia y por obras? ¿Acaso existe la posibilidad de que el hombre por medio de intentos de obediencia, de obritas de caridad, de mercados y de actos de beneficencia pueda alcanzar el favor de Dios?

Antes de pedirle a alguien que le guarde algo de valor, o que le cuide a alguien apreciado por usted, es necesario primero conocer a esa persona; a menos que usted compruebe su capacidad, idoneidad, confiabilidad y responsabilidad, es difícil poder confiarle algo de valor. Lo mismo sucede con su alma. Es necesario conocer a Cristo personal y salvíficamente para poder decir: "Yo sé en quién he creído" ... pero, ¿en qué consiste creer en Cristo?

El Espíritu Santo más que una doctrina, es una persona; igual en honor, poder y majestad al Padre y al Hijo. Su presencia en el creyente es una realiad a menudo no apreciada y valorada lo suficiente. Este desprecio, desdén o desinterés es tan peligroso para el creyente, que puede causar problemas inmensos y reales en sus vidas, afectándolas en grado tal, que aún la certeza de su salvación se ponga en duda.

En ocasiones el pastor es visto como un enemigo, tristemente por algunas personas que no comprenden que una de sus labores es llamarlo al orden y al juicio. El pastor se debe mostrar amigo y es un hermano; no obstante, tiene deberes que ejecutar para la honra de Dios, que para el pecador no arrepentido, no son agradables.

No podemos limitar "las malas palabras" únicamente a vulgaridades. Hay que verlas como un conjunto de palabras hirientes, irónicas, y mentirosas; incluso una mala palabra es aquella, que, aunque no tienen un peso tan pecaminoso, no generan ningún tipo de edificación a los demás. Las malas palabras son aquellas que no glorifican a Dios y no tienen el objetivo de edificar al prójimo. Ahora sí respondámonos... ¿hablamos malas palabras?

¿Cómo es posible comprar sin tener con qué, y ¿comer hasta saciarnos estando en plena bancarrota? ¡Es posible por la gracia de Dios! Isaías 55 nos presenta, en lenguaje sencillo, el carácter elevado de la gracia como única esperanza para el alma del pecador.

El pecado del hurto abarca mucho más de lo que comúnmente las personas imaginan: hurtar es es negarse a honrar a quien Dios ordena que honremos, y entre muchas otras cosas, es no darle a Dios lo que es de Dios, y al "césar" lo que es del "césar".

¿Vale la pena buscar tesoros en los Cielos? Para responder esa pregunta debemos responder primero esta otra: ¿Qué hay en el cofre de los tesoros celestiales?

¿Está el Apóstol Pablo sancionando la ira como algo que se tenga que sentir? No, en realidad. El Apóstol Pablo no condena la ira pero tampoco la sanciona. Lo que él sí hace, es advertirnos de que una ira que pueda ser por razones justas se convierta en algo pecaminoso. En este sermón: el peligro de la ira y otros aspectos importantes que todo creyente debería considerar.

El materialista es alguien que, en detrimento del bienestar de su alma, ocupa su vida en la consecución de bienes que quizás no obtendrá. Pero gloria a Dios que su Evangelio continúa siendo predicado y que Él lo continúa usando para salvación de los pecadores, incluso de los materialistas.

La Mentira es uno de aquellos pecados que hace parte del remanente de pecado que asedia al creyente, y que -particularmente- no puede ser desalojado del corazón fácilmente. En este sermón, lo condenable de las mentiras, la consecuencia de las mentiras y el Dios de toda verdad que las perdona.

He aquí la vida, el peligro espiritual que corren y la inminencia del juicio de Dios sobre aquellos que se escandalizan por el pecado de los demás mientras oculta diligentemente los suyos propios.